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Bailar con un Aries es como jugar con fuego. Cuando se entregan a la pasión, lo hacen con una intensidad imparable, cautivando a quien se atreve a entrar en su juego. Sin embargo, ese mismo deseo puede volverse en su contra, desatando una tormenta emocional capaz de cambiar el curso de las cosas. Son expertos en manipular las emociones y, con facilidad, pueden transformar la atracción en conflicto, manteniendo siempre el control de la situación.

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